miércoles, 26 de febrero de 2020

LA SESIÓN

Se acercó a un pequeño armario que tenía tras la mesa y sacó una bolsa de deporte que puso sobre la silla diciendo:
- Veamos que hay por aquí.
Sacó un flogger y dijo:
- Empezaremos con esto. 
Y efectivamente, empezó a azotarme en el culo con el flogger, provocando mis gritos, quemazón en mis nalgas y conseguir que estas se pusieran rojas. Se detuvo un poco, se acercó a mí, y preguntándome:
- ¿Cómo va?
Empezó a acariciar mi sexo suavemente.
Le respondí, que bien, mientras me hacía estremecer acariciando mis labios vaginales y mi clitoris.
Dejó de hacerlo y de nuevo cogió el flogger, volviendo a azotar mi culo con él. Otra vez, los gritos, el dolor, el estremecimiento y otra vez, sus dedos en mi vagina, acariciándome mientras me preguntaba:
- ¿Te gusta esto, zorrita?
- Sí, Señor - le respondí gimoteando de placer.
De nuevo, más azotes y mi cuerpo estremeciéndose por el dolor y a la vez, el placer, un placer desconocido para mi, un deseo que nacia en mí y me hacía desear más. Se detuvo, dejó el flogger a un lado y se acercó a mí, me pegó varias veces en las nalgas con la mano abierta y cuando le pareció que ya era suficiente, se alejó de nuevo, rebuscando en la bolsa. Sacó un consolador, y un bote de crema que untó en el consolador y no tardé en sentir como rozaba la punta del consolador en mi húmeda vagina. Sin duda iba a penetrarme con él. Lo metió despacio, poco a poco, y cuando ya lo tuve dentro, empezó a moverlo dentro y fuera, dentro y fuera, preguntándome:
- ¿Te gusta ser follada por un consolador, putita?
Gemí, suspiré y le respondí que sí. Me encantaba, me volvía loca. Lo movía a un ritmo constante, ni muy rápido ni muy lento, el ritmo exacto para que no me corriera y pudiera aguantar, mientras me decía:
- Esta es lo que quería, ¿verdad putita? ¿que te follara con lo que fuera? Eres realmente una puta, dímelo, dime que eres mi puta.
- Soy tu puta, Señor - le dije, mientras movia el consolador, ahora más rápido, haciéndome estremecer.
Sacó entonces el consolador y volvió a la bolsa a buscar algo. Sacó un Magic Wand. Me sorprendió verlo, pues nunca había visto ninguno tan de cerca. Lo puso en marcha y lo acercó a mi clítoris, empezando a masajear ese zona con el Magic Wand, en pocos segundos, yo ya estaba gimiendo de placer. No me había dado cuenta, quizás porque me estaba dejando llevar por el placer, pero en la otra mano, tenía el consolador, que metió de nuevo en mi vagina. Dios que maravilla, sentir el Magic Wand en mi clítoris, mientras el consolador entraba en mí. Era maravilloso y no tarde en empezar a sentirme realmente excitada, en un camino imparable que sabía me iba a llevar al orgasmo. J.B. me dijo entonces, mientras yo gemía y me retorcía excitada:
- Eres realmente una zorrita, mi puta zorrita.
No pude decir nada, solo gemir y dejarme llevar por el placer que me producían aquellos dos aparatos. Y efectivamente, no tardé en correrme entre espasmos y gritos de placer. Y justo tras mi orgasmo, J.B. se desabrochó el pantalón, sacó su polla, se puso un condón y me penetró, follándome, empujando con fuerza, mientras decía que era su puta, hasta que se corrió.
Entonces me desató y nos sentamos en el sillón, yo encima de él, acariciándome, y diciéndome que lo había hecho bien. Que había sido una maravillosa primera sesión. También me preguntó como me sentía yo y hablamos sobre eso, sobre los sentimientos antes, durante y después de la sesión. Realmente fue una maravillosa primera sesión.

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