Acababa de salir del trabajo, cuando recibí su llamada. "Ven a la galería y sube a mi despacho y como siempre me esperas allí, como siempre desnuda" Así que nuevamente me dirigí hacía su galería, subí al despacho y le esperé allí, desnuda. No tardó en entrar, y me ordenó:
- Túmbate sobre la mesa boca arriba.
No me había dado cuenta hasta ese momento, pero había puesto una sábana sobre la mesa para que pudiera estar más cómoda.
- Abre las piernas - me ordenó.
Luego ató mis manos y me las hizo poner por encima de mi cabeza y una vez lista, empezó a acariciar mi sexo, suavemente, con sus manos. Acariciando mi clítoris, hasta que logró que empezara a humedecerme. Abrió entonces, un cajón de la mesa y sacó un vibrador, lo pasó por mi sexo suavemente y finalmente lo introdujo en mi, haciéndome estremecer. Y entonces, del mismo cajón sacó un cepillo de dientes eléctrico que puso en marcha y empezó a pasar, primero por mis tetas, excitandome, y después descendiendo por mi sexo, mientras jugaba con el vibrador, metiendolo y sacándolo de mí. Finalmente sacó el vibrador y lo dejó a un lado. Con sus dedos, apresó mi clítoris entre ellos, sacándolo hacía afuera y empezó a acariciarlo con el cepillo de dientes, volviéndome loca de placer. No podía evitar convulsionarme y gemir, excitada, mientras mi Amo me observaba mientras me acariciaba con el cepillo de dientes y decía que lo estaba haciendo muy bien, que le gustaba verme tan excitada, tan puta. Y apunto de correrme J.B. detuvo el cepillo y lo sacó de mi sexo. Se puso frente a mí, se bajó la cremallera del pantalón, sacó su sexo, se puso un condón y sin demasiado preámbulo me penetró y me folló, logrando que me corriera en nada. Luego fué el quien se corrió. Fue una experiencia maravillosa y muy excitante y así se lo hice saber después, durante el Aftercare.
sábado, 21 de marzo de 2020
lunes, 9 de marzo de 2020
UNA NUEVA LLAMADA
Después de nuestra primera sesión, estuve unos tres o cuatro días sin saber de él. Me preguntaba cuando me llamaría y recordaba constantemente aquella, nuestra primera sesión, que para mí había sido muy placentera. Y cuando pensaba que quizás ya no se acordaba de mí o algo así, recibí una nueva llamada. Yo estaba en una tienda de ropa, con una amiga, comprándome un vestido para la boda de una amiga. Cuando ví que era su número, el corazón me dió un vuelco. Le dije a mi amiga que me disculpara y cogí la llamada.
- Hola Preciosa. ¿Cómo está mi putita?
- Bien, Señor.
- Me alegro. Bien, aquí van mis instrucciones. Vienes a la galería, cuando llegues das una vuelta por la galería de modo que yo vea que has llegado. Luego subes al despacho y como el otro día, te desnudas y me esperas allí. ¿Entendido?
- Sí, Señor.
Le doy una excusa a mi amiga, para deshacerme de ella y después, me voy hacía la galería de J.B.
Cuando llego hago lo que me ha ordenado. Doy una vuelta por la galería, asegurándome de que él me vea y sepa que estoy ahí. Luego me dirijo hacía la escalera y subo a su despacho, mientras oigo como le dice a su compañera que ya es hora de cerrar, que ya se puede ir, que él se encargará de algunas cosas en su despacho. Entro en el despacho y cierro con el cerrojo, luego me desnudo. A los pocos minutos, alguien llama a la puerta, es J.B., le abro y entra.
- Muy bien ¿cómo estás?
- Bien, Señor.
- ¿Cómo han ido estos dias?
- Bien.
- ¿Estas preparada para nuestra siguiente sesión?
- Si, Señor - le respondo.
- Bien, arrodíllate aquí - me indica debajo de unas cuerdas que penden del techo. Lo hago y cogiendo mis muñecas, me ata los brazos a las cuerdas que penden del techo y tira de la cuerda, para que mis brazos queden estirados por encima de mi cabeza. Luego me ata una pierna a una cuerda que está anclada en un clavo del suelo y otra en la otra pierna, de modo que mis piernas quedan abiertas y no puedo cerrarlas. Él se quita la camisa que lleva y se queda solo con el pantalón, se arrodilla a mi lado y empieza a acariciar mis tetas, luego mi sexo, empezando a excitarme. Cuando ya me tiene suficientemente excitada, coge el flogger y empieza a azotarme con él. Azota mis tetas, haciéndome estremecer por el dolor. Tras unos pocos azotes, de nuevo acaricia mis tetas, pellizca mis pezones, haciendo que me retuerza del dolor. Luego acaricia mi sexo otra vez. Me pregunta si estoy lista y luego me dice que hoy haremos algo nuevo, que espera que me guste.
Veo que coge una delgada cuerda que tiene sobre la mesa del despacho y se acerca a mí, me la ata alrededor de mi teta, haciendo que esta quede como si fuera una morcilla, me duele, hizo lo mismo con la otra teta, atándola con otra cuerda. Al terminar, mis tetas estaban rojas y dolían por lo fuerte que me las había atado. Las acarició, pellizco mis pezones y cada gesto hacía que me dolieran. Cogió entonces una paleta y empezó a pegarme con ella en las tetas, el dolor era... buf, punzante, demoledor, no sabía si podría aguantar mucho aquella tortura, pero él parecía disfrutar. Dolia tanto cada golpe que tuve que suplicarle que parara, porque no podía soportarlo, me dijo que se lo pidiera por favor y lo hice. Se detuvo y dejó la paleta sobre la mesa, y volvió para acariciarme el sexo nuevamente. Y entonces sí, sacó el Magic Wand y empezó a acariciarme con él. Y de nuevo, me llevó al orgasmo con él. Cuando terminé de convulsionarme, se puso tras de mí, se bajó el pantalón, se puso un condón y me penetró desde atrás, de nuevo me follo de un modo salvaje, casi animal, y se corrió.
- Hola Preciosa. ¿Cómo está mi putita?
- Bien, Señor.
- Me alegro. Bien, aquí van mis instrucciones. Vienes a la galería, cuando llegues das una vuelta por la galería de modo que yo vea que has llegado. Luego subes al despacho y como el otro día, te desnudas y me esperas allí. ¿Entendido?
- Sí, Señor.
Le doy una excusa a mi amiga, para deshacerme de ella y después, me voy hacía la galería de J.B.
Cuando llego hago lo que me ha ordenado. Doy una vuelta por la galería, asegurándome de que él me vea y sepa que estoy ahí. Luego me dirijo hacía la escalera y subo a su despacho, mientras oigo como le dice a su compañera que ya es hora de cerrar, que ya se puede ir, que él se encargará de algunas cosas en su despacho. Entro en el despacho y cierro con el cerrojo, luego me desnudo. A los pocos minutos, alguien llama a la puerta, es J.B., le abro y entra.
- Muy bien ¿cómo estás?
- Bien, Señor.
- ¿Cómo han ido estos dias?
- Bien.
- ¿Estas preparada para nuestra siguiente sesión?
- Si, Señor - le respondo.
- Bien, arrodíllate aquí - me indica debajo de unas cuerdas que penden del techo. Lo hago y cogiendo mis muñecas, me ata los brazos a las cuerdas que penden del techo y tira de la cuerda, para que mis brazos queden estirados por encima de mi cabeza. Luego me ata una pierna a una cuerda que está anclada en un clavo del suelo y otra en la otra pierna, de modo que mis piernas quedan abiertas y no puedo cerrarlas. Él se quita la camisa que lleva y se queda solo con el pantalón, se arrodilla a mi lado y empieza a acariciar mis tetas, luego mi sexo, empezando a excitarme. Cuando ya me tiene suficientemente excitada, coge el flogger y empieza a azotarme con él. Azota mis tetas, haciéndome estremecer por el dolor. Tras unos pocos azotes, de nuevo acaricia mis tetas, pellizca mis pezones, haciendo que me retuerza del dolor. Luego acaricia mi sexo otra vez. Me pregunta si estoy lista y luego me dice que hoy haremos algo nuevo, que espera que me guste.
Veo que coge una delgada cuerda que tiene sobre la mesa del despacho y se acerca a mí, me la ata alrededor de mi teta, haciendo que esta quede como si fuera una morcilla, me duele, hizo lo mismo con la otra teta, atándola con otra cuerda. Al terminar, mis tetas estaban rojas y dolían por lo fuerte que me las había atado. Las acarició, pellizco mis pezones y cada gesto hacía que me dolieran. Cogió entonces una paleta y empezó a pegarme con ella en las tetas, el dolor era... buf, punzante, demoledor, no sabía si podría aguantar mucho aquella tortura, pero él parecía disfrutar. Dolia tanto cada golpe que tuve que suplicarle que parara, porque no podía soportarlo, me dijo que se lo pidiera por favor y lo hice. Se detuvo y dejó la paleta sobre la mesa, y volvió para acariciarme el sexo nuevamente. Y entonces sí, sacó el Magic Wand y empezó a acariciarme con él. Y de nuevo, me llevó al orgasmo con él. Cuando terminé de convulsionarme, se puso tras de mí, se bajó el pantalón, se puso un condón y me penetró desde atrás, de nuevo me follo de un modo salvaje, casi animal, y se corrió.
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