Sus ojos me miran con deseo, sonrió cuando me doy cuenta de ello, por eso, pongo cara de niña buena y paso mi lengua por mis labios. Me acerco a él, pongo mis dedos sobre su cinturón y mirándole picaramente, empiezo a desabrocharlo. Se que eso le excita. Mientras sigo desabrochando el cinturón y el pantalón, nuestros ojos siguen mirándose sin perder detalle de la mirada del otro. Por fin tengo su sexo en mi mano y empiezo a acariciarlo, él gime, yo sonrió triunfante. Su pene parece crecer en mi mano y yo me siento húmeda, muy húmeda. Su mano se desliza hasta mi sexo, creo que voy a explotar, gimo. Le deseo como no he deseado a nadie, y sé que él también me desea. Sus pantalones caen al suelo y él aparta mis braguitas, acerca su sexo al mio y suavemente me penetra. Le siento dentro de mi, y me siento suya. Empezamos a movernos, a gemir, sentirnos así es sublime para ambos, nos llena de excitación, éxtasis y placer. Sus manos acarician mi cuerpo y me hacen temblar, sus labios besan mi boca, me siento libre cuando sus manos me acarician, me siento viva cuando su pene se incrusta en mi más y más. Y poco a poco el orgasmo nace en mi, y se extiende por todo mi cuerpo, llevándome hasta la cima, también él esta a punto de correrse, nos abrazamos y nos besamos profundamente y siento como me llena con su leche justo en el mismo instante en que el orgasmo explota en mí y me siento libre. Le abrazo con fuerza y le susurro al oído Te quiero, y el me susurra: Te quiero. Y estoy segura que lo mejor que me ha pasado ha sido encontrarle.
